Hoy, me paso por aquí para hablaros del tema de las presentaciones. Lo cierto, es que en magisterio en prácticamente todas las asignaturas tenemos un trabajo final que deberemos exponer, y en muchas ocasiones más de uno. No exagero, y cualquiera que esté relacionado con la facultad de la educación lo sabe, si digo que que llevo en estos dos años más exposiciones que exámenes.
Pues bien, desde mi punto de vista me parece una decisión acertadísima este tipo de metodologías, aplicable para cualquier enseñanza (ayuda a perder vergüenza, saberse enfrentar mejor a situaciones de forma autónoma...) pero aún más en nuestra carrera.
Esto nos prepara para cuando el día de mañana estemos frente a una clase de 25 niños (que bien el día de mañana podrían ser 40) sepamos desenvolvernos y expliquemos con más claridad, sin que los nervios nos jueguen una mala pasada. Y como no, también nos viene muy bien de cara a la oposición, que es un futuro más cercano.
Y a pesar de que todas las exposiciones hasta ahora tienen un grueso patrón común voy a hablaros de las diferencias de estas con la exposición de educación plástica.
A mi personalmente, me ha gustado la idea, la cual la hace diferentes del resto de exponer en el salón de actos, ya que le da un carácter más formal y nos ayudará para enfrentarnos a situaciones del futuro. Además, la idea de que esta sea valorada por el resto de compañeros me parece muy buena, ya que permite ver diferentes visiones evaluadoras de un mismo proyecto.
Así que para finalizar diré que me parece una idea muy buena y una experiencia muy positiva y que probablemente el día de mañana haré que mis alumnos expongan sus trabajos frente al resto de la clase.
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